6 de abril de 2004

Ojo con lo que tomamos antes de escribir...

¿Qué viene el coco! Es socialista y se hace llamar José Luis Rodríguez Zapatero. Aún no ha sido nombrado presidente del gobierno español pero algunos medios ya lo ven como un terrible ogro que "aboga por la revolución social y sexual" (sic), en palabras de la redactora Elaine Sciolino. En un artículo publicado en el New York Times y en el Nuevo Herald que no tiene desperdicio se retrata una España en la que la prostitución es legal, Barcelona no es popular por albergar el Fórum de las Culturas o por su cosmopolitismo, sino por ser "una de las líderes europeas en la industria pornográfica" (¿toda la ciudad?), que encima alberga un festival erótico de cine. Y si el retrato de Sodoma y Gomorra, quiero decir, España, no es completo, la autora añade sentencias como que "el uso de drogas por individuos en la privacidad de sus casas es tolerado" (sic) y "la comunidad homosexual de España es vibrante, excéntrica y políticamente activa" (¿eran críticas o virtudes?).

Desconozco qué trabajo de campo realizó la redactora para llegar a tales conclusiones y confío que no realizara su labor bajo los efectos de alguno de esos estupefacientes tolerados en las casas españolas (¿?). Porque si a ella le resulta extraño que Zapatero quiera una "nueva y valerosa España", que "será moderna, cultura y tolerante" a mí me chocan aún más frases del tipo "España, como la octava economía más grande del mundo y creciendo más rápidamente que muchas otras en la Unión Europea, ya se encuentra entre los países más cultos, tolerantes y socialmente liberales. Después de todo, este es el país que produjo al cineasta liberal Pedro Almodóvar". No hace falta más que consultar los índices de lectura de libros o las estadísticas de consulta de periódicos para comprobar lo cultos que somos (mientras un 77,8% de finlandeses lee la prensa de 5 a 7 veces por semana, sólo un 24,8% de españoles la lee con similar periodicidad y un 23% no lee nunca. Datos del Eurobarómetro: European citizens and the media, de mayo de 2003). Y para conocer el grado de tolerancia de la población española no hay más que echar un vistazo a los Barómetros de opinión del CIS: la inmigración es considerada uno de los principales problemas del país (por un 15,2% de encuestados), muy por delante del racismo (un 0,6%).

¿Quieres decirle a E. Sciolino qué opinas sobre el artículo? Hazlo en castellano en opiniones@elherald.com o en inglés en letters@nytimes.com (Cartas al Director) o public@nytimes.com (Defensor del Lector).

Sangre fácil

Igual que en la película de los Coen, la contención pareció brillar por su ausencia en los medios gráficos españoles (prensa y televisión), especialmente durante las primeras horas tras los atentados del 11 de marzo. Un artículo del Poynter Institute analiza una fotografía de Pablo Torres Guerrero publicada en El País que llegó a los diarios de todo el mundo. Imagen de portada de la edición del 12 de marzo, la imagen muestra en toda su crudeza los efectos de tres de las bombas. En primer término, lo que parece ser un fémur humano.
Ante la calidad expresiva de la imagen, la prensa internacional optó por diversas fórmulas para reproducirla sin herir sensibilidades. En esta presentación Flash podemos ver las portadas analizadas. Algunos, como The Daily Telegraph, The Guardian, Jornal do Brasil y Toronto Star retocaron digitalmente el detalle más escabroso, ya fuera pasándolo a blanco y negro o haciéndolo desaparecer. Un usuario medio de Photoshop puede hacer algo similar en poco tiempo.
Los Angeles Times, The New York Times, USA Today y The Virginian Pilot optaron por una solución más elegante como es la de cambiar el encuadre de la imagen, es decir, recortarla dejando fuera el detalle morboso.
Time no retocó en absoluto la imagen pero disimuló los restos humanos situando sobre ese área de la imagen el titular.
En cambio, The Washington Post optó por incluir la fotografía tal cual.

¿Y en España? Si analizamos las portadas recopiladas por la Society for News Design, encontramos que la fotografía comentada por Poynter tan sólo fue reproducida por El País. La posibilidad de disponer de mayor variedad de imágenes lo permitió. Aun así, algunas de las portadas cayeron de lleno en lo escabroso. PRÓXIMAMENTE EL ANÁLISIS COMPLETO...